Talleres de cine para niñas, niños y jóvenes: una experiencia transformadora

¿Alguna vez has pensado en lo que pasa cuando tomas una cámara, cuentas una historia y decides compartirla con el mundo?

Cuando participas en la creación audiovisual, algo increíble sucede: no solo entiendes mejor el tema que estás contando, sino que también descubres habilidades, trabajas en equipo y, lo más importante, te das cuenta de que tu voz importa. 

Como gestor cultural, sabes que las actividades que organizas pueden hacer una diferencia en la vida. Especialmente cuando hablamos de niños, niñas y jóvenes, las experiencias que les brindamos tienen el poder de moldear su visión del mundo y reforzar sus habilidades para enfrentarlo.

1- Entender para contar: un aprendizaje profundo

Cuando los jóvenes, niños o niñas, participan en un taller de cine se enfrentan al desafío de entender a fondo la realidad que quieren representar. No se trata solo de contar una historia; es analizarla, reflexionar sobre ella y descubrir sus matices.

Imagina a un grupo de adolescentes trabajando en un corto sobre el cambio climático o los derechos humanos, tendrán que investigar, hablar con personas que viven las consecuencias, explorar datos. Y mientras lo hacen, algo ocurre: empiezan a conectar emocionalmente con el tema.

Ya no es solo “ese problema”, ahora es algo que entienden desde dentro, que sienten, y que quieren compartir con otras personas de forma genuina.

El proceso creativo en los talleres de cine para niños niñas o jóvenes, incentiva a los/as participantes a:

  • Reflexionar sobre un tema: las causas, sus implicaciones y posibles soluciones

  • Desarrollar un enfoque crítico. Desmenuzando el tema para poder transmitirlo de manera clara y efectiva.

  • Fomentar la empatía: Les permite ponerse en el lugar de los protagonistas, comprendiendo de manera más íntima sus desafíos y emociones.

  • Tomar conciencia sobre su rol como creadores: en una época en donde cada persona es tanto creadora como consumidora de contenido, es importante ser responsable por lo que se publica.

2- Hacer cine, hacer equipo

Una de las cosas más bonitas del cine es que no se hace solo, por naturaleza es un trabajo de equipo.

Cuando los y las jóvenes trabajan en equipo para crear un cortometraje, además de aprender sobre cine, están practicando habilidades que usarán toda su vida: aprenden a escuchar, a colaborar, a respetar las ideas de los demás, desarrollan habilidades para comunicar sus pensamientos, ya sea escribiendo diálogos, dirigiendo escenas o editando material para contar una historia. Y no solo eso: cuando surgen problemas (porque siempre surgen), también aprenden a resolverlos en conjunto.  

¿Qué mejor manera de prepararlos para el futuro que dándoles un espacio donde puedan colaborar, expresar sus ideas y aprender a manejar desafíos reales?

3- Su visión importa

Esa sensación de ver algo que has creado proyectado sobre una pantalla, es única. Cuando ves el resultado final y piensas: “Eso salió de mi cabeza, de mi experiencia, de mi trabajo”, algo dentro de ti crece. Te das cuenta de que tu perspectiva, tus ideas, importan. Y esa confianza se queda contigo. Hay algo poderoso en contar una historia, mostrar una perspectiva, expresarse. 

Además, cuando esto sucede en colectivo y se hace con un propósito, el impacto se multiplica. El público empieza a reconocerse en la historia que se está contando. De pronto, lo que parecía pequeño o invisible se vuelve importante. Es una forma de decir: “Aquí estamos, esto es lo que pensamos”.

Para los niños, niñas y jóvenes, tener la oportunidad de representar sus ideas, sus inquietudes o propuestas  en un proyecto audiovisual es profundamente poderoso, no solo les empodera como individuos, sino que les anima a ver el mundo desde una perspectiva de cambio: si pueden contar una historia, también pueden ser parte de la solución.

Entonces, ¿por qué organizar un taller de cine para niños, niñas o jóvenes?:

Como has visto, en nuestros talleres ponemos una semilla para nuevos cineastas, pero también formamos ciudadanos críticos y conscientes. Les permitimos controlar su narrativa, rompiendo estereotipos y mostrando su realidad desde su propia perspectiva. 

Cuando los niños, jóvenes y colectivos cuentan historias a través del audiovisual, están moldeando una nueva forma de ver el mundo. Y al hacerlo, no solo lo entienden mejor, sino que lo transforman. Porque el cine, más que un medio de entretenimiento, es una herramienta para conectar, reflexionar y crecer, juntos y en comunidad.

Ofrecer un taller de creación audiovisual es dar a los jóvenes una herramienta para explorar su creatividad, reflexionar sobre su entorno y saber que son parte del cambio.

¿Vas a darles la oportunidad?

Como institución, al brindar esta oportunidad, estás invirtiendo en el futuro de los niños, niñas y jóvenes que participan. Les estás dando la posibilidad de descubrir su propio valor y de compartirlo y hacer del mundo un lugar más amable.

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